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Entrevista con la Senadora Minou Tavárez Mirabal

Publicada el  28/10/11 en el Observatorio Político Dominicano, de la Fundación Global Democracia y Desarrollo.

¿Cree usted que sus apellidos le han supuesto una ventaja o un obstáculo en su vida política?

Supongo que las dos cosas. Yo no quiero, ni puedo, desprenderme de mi pasado. Me siento muy orgullosa de él. Hay gente que me tiene mucha confianza por ser la hija de Manolo Tavarez y de Minerva Mirabal, pero también hay gente que me exige mucho, como si estuviera obligada a revivir ese heroísmo.

Usted ha criticado la falta de compromiso por parte del Gobierno y de la Fuerza Pública a la hora de manejar la violencia de género en República Dominicana…

Tenemos muchos problemas con ese tema. Es una vergüenza lo que ocurre en mi país. Ni la policía ni el sistema en general le prestan suficiente atención a este problema. Es un sistema que no tiene afecto por sus ciudadanas. No las cuida, no las protege. No garantiza ese derecho fundamental a la vida. Las cifras hablan de que en seis de cada diez hogares dominicanos ha habido algún tipo de violencia de género. No podemos ignorar esto, pues es un área que requiere de más atención y de más inversión del gobierno.

¿Ve a una mujer en la presidencia en un futro próximo?

Yo creo que sí. Ya tuvimos una vicepresidenta, y además, hace poco se hizo una encuesta, la cual se publica cada cinco años, en donde se muestra la evolución del pensamiento de los dominicanos frente a esta idea. Hace quince años, un 79% de los ciudadanos veía posible que una mujer llegara a la presidencia; hoy, el 94% lo ve.

¿Le gustaría ser presidente?

Bueno, yo soy política. He hecho una carrera política y se supone que debo estar dispuesta a servir.

¿Entonces, le gustaría ser Presidente?

Yo pienso que desde ahí es donde más se puede ayudar. O sea, que si ese es el camino, pues habrá que construirlo.

Afirma usted que en su partido no son muy democráticos…

Yo creo que es poco democrático. Es un partido que tiene pendiente mucha reforma interna a nivel democrático, y que viene, además, de una tradición de partido de cuadros, con un centralismo democrático para alcanzar el poder en un país donde esto no ocurre. Es un partido machista, con manifestaciones claras de machismo, todavía. Se ha resistido a incorporar las demandas que le hemos venido haciendo las integrantes femeninas desde hace tiempo, con respecto a la mejora de nuestras posibilidades de participación en puestos de dirección del partido.

(Es) un partido en donde la mitad de sus militantes somos mujeres, pero que sólo cuenta con un 10% de ellas en su comité central… es un partido muy machista. Es menor la representación de las mujeres en las instancias partidarias que en la Cámara de Diputados, donde es de un 20%, o incluso en las cámaras de alcaldías, donde cuentan con un 30%.

En su opinión, ¿lo está haciendo bien Leonel Fernández como presidente?

Creo que tiene logros y avances que puede exhibir, pero que tenemos muchos objetivos pendientes todavía. Estamos compelidos a dejar un país mejor en el 2012, cuando culminemos este tercer período. Para eso hemos llegado al poder, y tenemos que caminar en esa dirección. Tenemos una crisis mundial en donde la situación económica de la República Dominicana se ha complicado, lo cual ha llevado a que muchas de las metas que nos propusimos no las hayamos podido cumplir.

¿Cómo le afecta a la República Dominicana la pobreza de Haití?

Si Haití no es capaz de caminar hacia el progreso, también limitará nuestras posibilidades de crecimiento y desarrollo. Desde ese punto de vista, lo que ocurra en nuestro país vecino también es nuestra responsabilidad. El pasado terremoto despertó un gran sentido de solidaridad entre los dominicanos, quienes le dimos y seguimos dando un apoyo enorme.

¿Cuál es el legado de las hermanas Mirabal?

Es un legado de la lucha y el sacrificio por conquistar los principales valores y derechos que debe tener la humanidad. Es un legado de una dimensión eterna y de tremendo valor desde el punto de vista político y de género, pues aunque el asesinato de las hermanas Mirabal fue fundamentalmente político, es innegable que se trató de un crimen de género. Y en tanto su ejemplo de firmeza, de amor por la vida, por la libertad, y por esos valores sigan inspirando a personas en el mundo y creando conciencia en el mundo, para que sean menos las mujeres maltratadas, será un ejemplo válido.

Entrevista con Joy Olson, Directora Ejecutiva de la Washington Office on Latin America (En ingles)

Publicada el 25/10/11 en el Observatorio Político para América Latina y del Caribe (www.opalc.org)

Interview de Joy Olson, Directrice exécutive du WOLA

Intégration et relations internationales
Écrit par Martin Iragorri
Mardi, 25 Octobre 2011 11:02
Joy_Olson_WOLAInterview with Joy Olson, Executive Director of the Washington Office on Latin America

«Power is shifting. The actors who may be able to influence policies in the region might now be in Brazil, in Argentina, or in Mexico, not in the United States.», says Joy Olson, Executive Director of the Washington Office on Latin America (WOLA). Miss Olson, who leads this American non-profit organization seeking to promote human rights, democracy and social and economic justice in the region, also believes that democracy is still a challenge in much of Central America.

 

Olson, a graduate of Trinity College with a B.A. on Latin American Studies from the National Autonomous University of Mexico (UNAM), also explains in this interview how her organization, founded in 1978, following the military coup in Chile, really works. She also discusses human rights issues, free trade agreements, and the state of democracy in Latin America.

 

Martin Iragorri: One of WOLA’s main objectives is to shape policy making towards Latin America in the United States. How exactly do you achieve this?

 

Joy Olson: There are a lot of ways we work to influence policy making. We work directly with Congressional Committees, the different members of Congress interested in Latin America, and also directly with the Administration through the Department of State. We visit them and talk about issues, often bringing colleagues from Latin America.  We arrange meetings between people working on specific topics and people in Congress. We work hand in hand with international entities such as the Inter-American Development Bank, the World Bank, the Organization of American States, or the United Nations, and finally, we do a lot of work with the press. We ask them to cover stories that maybe haven’t been covered extensively enough by the media.

 

Could you name one or two cases in which WOLA has had a direct impact in policy making in the region?

In Guatemala, we worked closely with five leading groups in the country who were advocating for the formation of the Constitutional Court. In that case we pushed for the UN and for the US government to be supportive of the concept.

In Colombia, WOLA has worked with some organizations in the U.S., but many more in Colombia, to bring attention to human rights issues over the past few years. One thing that WOLA was instrumental in was legislation that conditioned the amount of US foreign assistance to Colombia. Human rights conditions were a part of the aid package to Colombia. This was accomplished through a continuous dialog with the Department of State. In periodical round tables every four months, they sit with WOLA, as well as with other human rights advocacy groups, and talk with us about the concerns we have on the human rights front. This is part of the review on whether money can be sent to Colombia or not.

 

How much does US Policy making really affect Latin American nations?

The influence that the US has in Latin America is less than it used to be, due to the shifting of the power dynamics of the whole hemisphere. This means that the role that an NGO like WOLA plays in the current environment is shifting as well. One of our trade marks has always been to work in close collaboration with counterparts in Latin America. In this stage in which power is shifting it is important that our work and that of our colleagues in the continent is well thought out and developed together, because the actors who may be able to influence policies in a positive direction, unlike in the past, might now be in Brazil, or in Argentina, or in Mexico, not in the United States.

We can see this with topics such as drug policy, where the changes that are needed can’t just happen in the U.S., in Colombia, or in Mexico. It has to be a multinational approach, so we do advocacy in the UN, and we work with a variety of groups, academics, or researchers who are coordinating studies on drug policies in different countries. This year we are working with researchers who are focused on proportionality in sentencing drug charges.

 

The United States has repeatedly been accused of violating human rights. Do you think this affects the credibility of organizations, such as yours, who fight precisely against this?

It makes our job a lot harder, yes.

On September 28th, a Cuban citizen was executed through lethal injection in Florida. For many people around the world, this is a clear violation of human rights. Do you condemn acts like this just as much as you condemn acts committed in Latin America?

 

Yes. I think it’s a human rights violation, just as people do in Europe, Latin America and in other parts of the world. How ever, WOLA’s agenda is directed to foreign policy, so we do not focus on the United States, like say, the American Civil Liberty Union. So even though we condemn these acts as well, what we offer is information on Latin America.

Every Latin American country, with Cuba as the exception, is now a democracy. How do you see democracy in the continent today? Is it strong enough or is there still a risk, as we saw in Honduras, to fall back into dictatorial regimes?

 

Democracy is always developing. I think this is true in the United States as well as all through out Latin America. Strong, independent government institutions are a central part of it. One of the things we look at is whether or not a country has well functioning police and justice institutions. It is not just about having good elections or a good constitution, but also having the implementation the law.

Latin America is enormous. It varies greatly from country to country. I think it is a challenge in many places, especially in much of Central America and Mexico. It is very hard to lump everybody together, because the countries are so completely different. Even within South America, comparing Bolivia to Brazil would be impossible.

 

Finally, I would like to ask you three questions about Colombia. On September 7th, the US Department ‘certified’ that, in general, Colombia respects human rights. What does this ‘certification’ represent?

If that certification is not made, certain types of assistance are to be withheld. The U.S. has been making these certifications for years now and while I think it is a good opportunity to raise human rights concerns and make them part of the debate between the two countries, Colombia still has enormous challenges in front of it, especially in areas where there are renewed paramilitary groups. There are also indigenous issues, and problems with the return of lands that were stolen over the years.

 

Colombia is one of the most unequal countries in the continent. What needs to be done in order to change this?

That is the million dollar question. It is not just a problem in Colombia; it is an enormous problem in the U.S., a huge problem in Brazil, and a big problem in Mexico. I think figuring out how to lessen the disparities between the rich and the poor in our hemisphere is the challenge of this century.

We are not economists, so we don’t have an economic prescription, but one of the things we are looking at these days is working with colleagues in Latin America who are trying to promote sustainable agriculture for small farmers. This is just one way to address a piece of this issue.

 

Will the recently signed Free Trade Agreement between these two countries benefit the people of Colombia?

What we have seen with NAFTA and CAFTA, the other two free trade agreements that the U.S. has negotiated in Latin America, is that there are winners and losers.  In terms of benefits, when it comes to Colombia, we can see that the losers tend to be medium and small producers. Considering the historic conflicts in Colombia over land and production in certain parts of the country, some people will be the losers from this, and I think they are some of the least able to bear the cost. So I would say medium or small sized producers will not benefit from this agreement.

 

Crédit photographique : noticias.terra.es

Entrevista con Jaime Paz Zamora, expresidente de Bolivia

Publicada el 18/3/11 en el Observatorio Político para América Latina y del Caribe (www.opalc.org)

 

«La Bolivia golpista se acabó» (Jaime Paz Zamora)

Démocratie et représentation
Écrit par Martin Iragorri
Dimanche, 01 Mai 2011 19:40
PazZamoraEl ex presidente boliviano Jaime Paz Zamora le dice en exclusiva al OPALC que en su país ya no hay amenazas de golpe de Estado y hace un repaso a la situación de otras naciones de la región y del mundo.Los golpes de Estado en Bolivia, tan recurrentes en ese país suramericano, son cosa del pasado. Así lo afirma en esta entrevista exclusiva con el OPALC el expresidente boliviano Jaime Paz Zamora. El exmandatario, que en 1980 sobrevivió a un atentado y que ocupó la presidencia entre 1989 y 1993, también se refiere a la demanda que para conseguir una salida al mar ha interpuesto Bolivia contra Chile. En la entrevista, Paz Zamora habla asimismo sobre otros países suramericanos como Chile y Venezuela,  y califica la gestión del presidente boliviano Evo Morales como «una desgracia».

Martin Iragorri: El presidente boliviano Evo Morales creó hace poco una comisión consultiva de cinco expresidentes. ¿Para qué?

Jaime Paz Zamora: La convocatoria hay que verla de dos formas. La primera se refiere al problema de la salida al mar y en ese sentido los expresidentes sólo actuarán cuando se les consulte, lo cual significa que no podrán actuar por iniciativa propia. El segundo aspecto representa un cierto cambio de óptica del presidente con relación a la democracia boliviana. Empieza a reconocer ciertas instituciones del pasado a las que él ha criticado. Esto quiere decir que está reconociendo una continuidad de la democracia como proceso y como ocurre en otras partes del mundo.

 

A propósito de esa continuidad, un alto porcentaje de presidentes bolivianos no pudieron terminar su periodo, a diferencia suya. ¿Cree que de ahora en adelante todos acabarán sin problema?

En definitiva, soy el único que ha terminado el periodo. Otro que terminó su primer periodo pero no su segundo fue Sánchez Losada, que está exiliado en Estados Unidos. Los demás han sido personas que en momentos de crisis, por distintas razones, se han tenido que hacer cargo del país. Entonces, claro, tengo un rol particular al ser el único presidente que entró a Palacio por la puerta y salió de Palacio por la puerta.

 

¿No hay amenazas de golpe militar en Bolivia?

Bolivia vivía, a diferencia de Chile, de Brasil, de Argentina o de Uruguay en época de las dictaduras, un gobierno militar que era uno de los tantos desde la fundación de la república. No era el caso de Chile, donde una democracia había sido interrumpida por un golpe de la dictadura. Yo me considero de la generación de la democracia en Bolivia. Es decir, tuve el privilegio de ser parte de la generación que por primera vez puso a marchar una democracia institucional en términos modernos. La democracia fue un verdadero cambio de época en nuestra historia. Yo diría que la Bolivia del viejo sistema -porque hay que tomarlo como un sistema- de golpismo civil militar, en el que un militar se armaba con un grupo de civiles y entraba dando tiros a palacio hasta que viniera otro militar con otros civiles que los sacaban a tiros, se acabó. Esa Bolivia se acabó.

 

Entonces hoy no existe riesgo de un golpe militar.

Absolutamente. En 30 años, Bolivia ha cambiado su conciencia en relación a este tema. Hay una conciencia democrática. Ningún boliviano podría admitir que un militar se aparezca así como así. Cualquier solución que se debata en Bolivia tendría que estar dentro de los marcos constitucionales. Nosotros, los socialdemócratas, tuvimos que luchar en la clandestinidad con mucha dureza, en la época de los 80, para convencer primero a la derecha de que debería ser democrática y dejar de ser golpista. Y luego de que la derecha empezó a marchar, la izquierda radical o indigenista se dio cuenta de que tenía que incorporarse al proceso democrático y de que eso le abriría las puertas. En definitiva, Evo Morales representa a todos los sectores radicales, marxistas e indigenistas que nunca habían aceptado la democracia por considerarla burguesa, o colonialista. Esa es su contradicción interna: la de no creer en la democracia pero verse obligado a ejercerla. Y eso forma parte de un proceso que la democracia ha tenido en el mundo. No olvide que en Francia, después de la revolución en 1789, tuvieron que pasar dos siglos para que hubiera una democracia moderna. Y en Estados Unidos, otra gran democracia, tuvo que ocurrir el asesinato de Martín Luther King para que se resolviera el tema étnico o racial. A veces les digo a los propios diplomáticos gringos acá: «Ustedes tardaron doscientos y tantos años para poner a Obama en el gobierno; nuestra democracia, a los 25 años, puso a Evo Morales en la presidencia. ¡O sea que vamos más rápido que ustedes!».

 

Como presidente, usted se opuso a la erradicación total de las plantaciones de hoja de coca como lo propuso desde la Casa Blanca George H.W. Bush. Hoy en día, ¿cuál es la solución al problema del narcotráfico en el mundo?

Como presidente lancé la consigna de que el pueblo boliviano debía tener un argumento frente al problema. A mí me tocó negociar con George Bush padre, a quien llamo ‘Bush el bueno’, cuando lancé la consigna ‘Coca no es cocaína’, que fue absolutamente acogida por Bolivia. En la implementación lancé otro principio de la responsabilidad compartida entre productores y consumidores. También tuvimos ‘Coca por desarrollo’. Todo eso funcionó. Es más: en Cartagena, en Colombia, en 1989, le planteé tres puntos a Bush padre. El primero era resolver el problema de la deuda externa. El segundo era la apertura del mercado americano a los productos sustitutivos de la coca, es decir, a la industria manufacturera, etcétera. Y el tercero, facilitar que vinieran inversiones a Bolivia. Y si usted se fija, éstos son los tres puntos que utilizó para lanzar su iniciativa para las Américas. Los sacó de mi propuesta. Bolivia se benefició mucho con esto porque Bush condonó la deuda externa bilateral de Estados Unidos con Bolivia que en ese tiempo era de más de 500 millones de dólares y luego abrió el mercado norteamericano con el sistema que se llamo ATPDA, con el que empezamos a vender de 130 a 150 millones de dólares al mercado de manufacturas. Desgraciadamente, por razones ideológicas, este punto lo perdió Evo Morales, quien suspendió el tratado del ATPDA. Pero lo importante de esto es que hoy en día Bolivia tiene un tratado parecido con la Unión Europea: un trato especial de su deuda, la apertura al mercado europeo y algo de inversión extranjera, aunque menos actualmente por la situación. Nuestras tesis siguen siendo válidas, pero tendremos que esperar mejores tiempos para que vuelvan a activarse.

 

¿Pero usted comparte esa teoría que tienen algunos exmandatarios latinoamericanos, como el mexicano Ernesto Zedillo, el colombiano César Gaviria y el brasileño Fernando Henrique Cardoso de que la legalización sería una salida al problema del narcotráfico?

Pero es que ese es un problema de los consumidores. Eso no es un problema nuestro. Nosotros estamos en otra cosa… No somos un país consumidor. De todas formas, no quisiera opinar sobre ese tema porque mucha agua corrió debajo el puente, compadre. Eso que lo vean ellos.

 

El presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Luis Alberto Moreno, dice que esta es la década de America Latina. ¿Tiene garantizado Bolivia un crecimiento económico a la altura de los demás países de la región?

No, no lo tiene. No lo he visto. ¿Usted a oído algo? Después del segundo gobierno democrático en Bolivia, de 1985 a 1989, se hizo el decreto 21060 para parar una hiperinflación. Se trataba de meter más plata a la caja y de gastar menos. Y ya mi gobierno, que fue el tercer gobierno democrático, con base en la estabilidad inflacionaria que heredé del anterior, montó una política de crecimiento con la cual llegamos a crecer casi el 5%, lo que suponía un crecimiento positivo por primera vez en 20 años. Nosotros dejamos nuestro gobierno con un promedio de 4%, que no ha sido superado. Y parece que lo mejor que puede esperar este gobierno de Morales, más allá de el extraordinario momento que le ha tocado con el precio de las materias primas, no creo que pase del 5%.

 

¿Le gusta Sebastián Piñera como presidente de Chile?

Yo conocí a Piñera una vez que vino a visitarme cuando yo era presidente. Vino a ofrecer su colaboración en la reforma de las pensiones. Le dije que lo estábamos estudiando y que, si fuera necesario, lo llamaríamos. Pero no ocurrió porque nunca se dio ese paso. Ahora que lo veo me cae simpático. Creo que es un presidente indudablemente neoliberal, que es un poco nuestro Sánchez Losada. Pero eso ya no significa nada en Chile porque es un país que ha logrado institucionalizar políticas de Estado a nivel económico. Chile, surja un gobierno progresista o un gobierno neoprogresista, siempre va a aplicar el camino económico que han adoptado como país. No hay nada nuevo en Piñera que no haya hecho Michelle Bachelet.

 

Entonces le gusta Piñera como presidente de Chile…

Me cae simpático. No sé si me gusta, pero me cae simpático. Me gusta su manera. Es un hombre sencillo para ser millonario. Es un hombre que en el problema que tuvo con los mineros en el norte mostró respeto a la condición de sus ciudadanos. Dentro de su agrupación política difícilmente se habría encontrado una persona más simpática, interesante y más humana.

 

El nombre «Bolivia» se puso en honor a Bolívar. ¿Qué cree usted que diría Bolívar si conociera al presidente venezolano Hugo Chávez?

(Risas) Está bien, está bien… Yo creo que por una parte le gustaría que haya reivindicado a la larga el rol protagónico del continente. Pero, si le digo la verdad, no creo que Bolívar estaría de acuerdo con las políticas concretas del presidente Chávez. No olvide que Bolívar dijo una de las frases más inteligentes: «La república tiene dos amenazas: una es la anarquía y la otra el despotismo». Con ese rasero, el presidente Chávez saldría con una nota muy baja.

 

¿Quién lo haría mejor en la presidencia del Perú? ¿Ollanta Humala o Keiko Fujimori?

Keiko Fujimori, a quien además conocí cuando era chiquita. Yo soy muy amigo con el presidente Alberto Fujimori, con quien hicimos una cosa muy importante para Bolivia que fueron los Acuerdos de Hilo, en 1992, donde Perú nos entrego cinco kilómetros de playa por 100 años renovables. Es parecido a lo que la China le entregó a Inglaterra con Hong Kong. Pero hicimos una gran amistad con Fujimori. Para mí ha sido el mejor presidente del Perú en los últimos 50 años. Desgraciadamente tiene esa mancha muy complicada de los derechos humanos. Pero si uno toma en cuenta lo que era el Perú cuando él llegó al gobierno, uno se pone a dudar… Yo conocí el Perú cuando llegó Fujimori al gobierno como presidente. Hay que imaginarse todo el sur de Lima tomada por la guerrilla. Era una situación verdaderamente insostenible. Y Fujimori resolvió todo esto y echó las bases económicas del Perú moderno. Lo interesante que hay que reconocer de los líderes peruanos, es que, aun odiándose entre ellos, y me refiero a Alan García, a Alejandro Toledo, a Fujimori, mantuvieron estrictamente el modelo económico que se habían trazado. Y entonces el Perú es un país que está creciendo y al que ahora le falta seguir creciendo y distribuir la riqueza. Keiko viene como anillo al dedo. Porque si algo supo hacer Fujimori fue crecer y distribuir. Toledo y Alan lograron el crecimiento pero no supieron distribuir.

 

¿Y para Bolivia quien es mejor?

Para Evo Morales, quizás Ollanta Humala. Pero para Bolivia, Keiko Fujimori. Como está vivo el problema marítimo. Humala viene con más revanchismos. Es que la única solución posible al problema marítimo boliviano es la creación de una zona económica tripartita compartida por el Perú, Chile y Bolivia, en el lugar donde se juntan estos tres países y en donde debería haber una soberanía compartida. Keiko Fujimori puede ser más sensible a esto. Humala, como militar y nacionalista que es, puede ser más reacio.

 

Finalmente, ¿le gusta como presidente Evo Morales?

No, no me gusta porque no me gusta la soberbia. No me gusta el sectarismo. No me gustan la bronca, la revancha, la venganza… No soy así. Yo creo que Evo Morales es una desgracia. Pero no hay mal que por bien no venga. Ha sido el presidente, en toda la historia democrática, que mejores condiciones ha tenido para levantar a nuestro país. Ninguno ha sido tan bien recibido. La democracia ha sido enormemente generosa con él. A Evo se le pusieron los astros en fila, recibió todo de película y la verdad es que ha ido tirando un poco su capital por la ventana. Pero soy optimista porque los pueblos, afortunadamente, aprenden. La democracia es una cultura. Una cultura que desarrolla la conciencia, el comportamiento y las aptitudes de la población y de los gobernados. Y eso lleva tiempo.

Entrevista con Michael Shifter, presidente del Interamerican-Dialogue

Publicada el 18/3/11 en el Observatorio Político para América Latina y del Caribe (www.opalc.org)

 

Écrit par Martín Iragorri
Vendredi, 18 Mars 2011 00:41
Shifter_MichaelEn una entrevista exclusiva con OPALC, Michael Shifter, defiende una mejor educación para reducir las desigualdades en América Latina. También habla de Brasil, Venezuela, Colombia y otros países poco antes del primer viaje a la región de Barack Obama.

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Una educación mejor y una profunda reforma al sistema tributario son la salida al problema de la desigualdad en América Latina, que es la región más inequitativa del mundo. Así lo afirma en esta entrevista con el OPALC Michael Shifter, presidente del Diálogo Interamericano en Washington, uno de los institutos de análisis sobre la región más prestigioso de Estados Unidos.

Shifter es uno de los estudiosos más reconocidos de lo que pasa en América Latina. Con una maestría en la Universidad de Harvard, es profesor de la Universidad de Georgetown en la capital estadounidense y ha sido colaborador de la revista Foreign Affairs y del diario The New York Times.

En este diálogo, en el que Shifter cuestiona el optimismo excesivo de quienes consideran que ésta es la década de Latinoamérica y en el que se refiere al viaje que el sábado inicia por la región el presidente norteamericano Barack Obama, también ha escrito artículos en destacadas publicaciones europeas y latinoamericanas como Le Monde en Francia, El País en España, y El Tiempo y Semana en Colombia.

 

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Martín Iragorri: Usted afirma que América Latina puede estar equivocándose porque, en su apertura a varias regiones del mundo, parece olvidarse de Estados Unidos. ¿Qué lo lleva a pensar eso? ¿No será que la China va rumbo a convertirse en el mayor socio comercial de la región?

Michael Shifter: Estados Unidos no juega el papel que alguna vez jugó en América Latina, pero todavía es un actor importante en el hemisferio. Su economía es de un billón de dólares y a muchos países latinoamericanos les gustaría tener acceso a sus mercados. Además, es la principal fuente de flujos migratorios en la región. Para América Latina tiene mucho sentido buscar opciones y oportunidades más allá de su tradicional relación con Estados Unidos, lo que incluye a la China. Pero Estados Unidos y Latinoamérica poseen intereses en común y los problemas compartidos sólo se pueden resolver con una cooperación más efectiva. No es fácil, por ejemplo, que el incremento en la criminalidad en América Latina se detenga sin que Estados Unidos haga un replanteamiento de la política antidroga. Pasa lo mismo con asuntos como el cambio climático y la inmigración. América Latina y Estados Unidos siguen buscando una relación más equilibrada, más beneficiosa para ambas partes. Y como existen nuevas realidades, les tomará tiempo ajustarse.

 

El editor para América Latina de la revista The Economist, Michael Reid, sostiene que Estados Unidos no le presta mucha atención a esa parte del mundo porque no es una zona muy rica, ni muy pobre, ni muy peligrosa. ¿Cree que el presidente norteamericano Barack Obama no es sensible a las necesidades latinoamericanas?

Es verdad que America Latina, en reiteradas ocasiones, «cae tras las grietas» en los círculos de la política exterior estadounidense. Todavía hay quienes la tratan de manera secundaria. Claro que si las prioridades de la política exterior de Estados Unidos son Afganistán, Irán y Corea del Norte, es dudoso que America Latina quiera formar parte de ese grupo, ¿no? Aunque el presidente Obama no conoce la región y todavía no ha estado en Centroamérica ni en Suramérica, ha planeado su primera visita este sábado 19 de marzo, cuando irá al Brasil luego a Chile y después a El Salvador. Él tiene la capacidad intelectual para entender las preocupaciones y prioridades de una región trasformada. El problema es que no ha sido capaz de concentrarse en America Latina. Ha estado inundado por otros temas nacionales e internacionales.

 

¿Es la democracia el sistema preferido por los latinoamericanos, o aún hay fuerzas que promueven las dictaduras como en la década de los 60?

Encuestas recientes reflejan que la democracia es el modelo y el sistema político preferido por los latinoamericanos. Pero hay que acordarse de la frase de Winston Churchill: «La democracia es el peor sistema de gobierno, excepción hecha de todos los demás». Y, claro, la gente tiene distintas concepciones sobre lo que es la democracia. Unos la ven en términos de justicia social y otros le dan más importancia al Estado de derecho. Hay personas en ambos lados del espectro político que rechazan hasta los más mínimos estándares de la democracia como las elecciones libres, pero el tamaño y la influencia de esos sectores antidemocráticos disminuye en América Latina. Afortunadamente.

 

¿Está de acuerdo con el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Luis Alberto Moreno, cuando afirma que ésta es la década de América Latina?

La perspectiva del presidente Moreno refleja la confianza y el optimismo que se extiende a lo largo y ancho de América Latina. Ciertamente hay razones de fondo para tener mucha más esperanza que antes, en vista de los avances económicos y sociales logrados dentro del contexto de la democracia y el Estado de derecho. Esto marca un progreso significativo y debería ser reconocido como un logro real. Pero el riesgo de complacencia no debe subestimarse pues los retos son formidables. La lista es conocida. Incluye líos en la educación –que continúa siendo un aspecto sombrío–, la baja productividad, una infraestructura deficiente, un sistema de impuestos ineficaz, y, en algunos países, la criminalidad creciente y la fragilidad de las instituciones judiciales. Si ésta ha de ser la década de America Latina, se requiere un progreso verdadero en estos temas. No será fácil. Existe el riesgo del estancamiento y aun de reincidencia en algunos aspectos.

 

América Latina es la región del mundo con mayores desigualdades. ¿Qué debe hacerse para reducirlas?

Es verdad. Latinoamérica sigue siendo la campeona mundial cuando se habla de desigualdad. Aunque los niveles han disminuido en algunos países gracias al crecimiento y a esfuerzos exitosos como el programa condicional de traspaso de efectivo, reducir la brecha entre ricos y pobres sigue siendo un reto tremendo y crítico no sólo para la estabilidad política sino también para lograr una economía mas robusta. Reformar la educación y el sistema de impuestos sería un buen comienzo para tratar con seriedad el problema de la desigualdad. Los estudios muestran que, a la larga, incrementar la calidad de la educación es la mejor manera de reducir la desigualdad. La pregunta es si la región va a mostrar la voluntad y el liderazgo político necesarios para enfrentar estos retos.

 

A propósito de la creciente violencia por los narcotraficantes en México, los ex presidentes Fernando Enrique Cardoso, del Brasil; Ernesto Zedillo, de México, y César Gaviria, de Colombia, han pedido la despenalización de la droga. ¿Es esa la salida?

El principal mérito del importante informe elaborado por la comisión donde estuvieron los tres ex presidentes es que pide un debate serio y un replanteamiento de las actuales políticas contra la droga que claramente han producido resultados decepcionantes. Dudo que haya una salida fácil al problema, que es profundo y complejo, pero algunas ideas como la despenalización de la marihuana deberían considerarse. Los ex presidentes Cardoso, Gaviria y Zedillo llevan a cabo un servicio valioso al llamar la atención a un problema que empeora y que causa daños devastadores en muchos países latinoamericanos.

 

¿Se ha convertido ya Brasil en el peso pesado de América Latina? ¿Cómo serán las relaciones de ese país con los vecinos?

Es ampliamente reconocido que Brasil alcanza un estatus de potencia regional con un crecimiento significativo en asuntos globales. Esto es verdad en Suramérica, pero menos en Centroamérica y por supuesto en México, que es a su vez una potencia regional importante, pero sin el tamaño, el peso económico y la influencia política de la que goza el Brasil. Es difícil predecir cual será su relación con los vecinos países. Eso dependerá en parte de la naturaleza de los gobiernos del continente y en los problemas que surjan. Habrá diferencias y tensiones ocasionales, y algunos países buscarán hacerle contrapeso al Brasil, pero creo que esad diferencias serán tranquilas y productivas, con un mayor nivel de cooperación mientras los vínculos políticos y económicos se vayan profundizando.

 

¿Hay democracia en Venezuela con el presidente Hugo Chávez?

Chávez ha sido elegido y reelegido dos veces y todavía cuenta con el apoyo de más o menos la mitad de el electorado venezolano, pero es muy difícil aplicarle a Venezuela el término «democracia» cuando el propio presidente Chávez les ha quitado autoridad a varios funcionarios elegidos popularmente. Algo así pasó en el 2008 y, una vez más, de manera evidente, después de las elecciones parlamentarias en septiembre 2010. Se trata de serias violaciones al concepto de lo que es una democracia.

 

El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, dice que quiere convertirse en un líder regional. ¿Lo logrará?

Santos es el primer presidente latinoamericano, desde el brasileño Lula da Silva en 2003, que ha aspirado tan claramente a un papel de líder regional. Esta es una prueba significativa para el nuevo gobierno colombiano, quien ha declarado una agenda extraordinariamente ambiciosa. Las posibilidades son considerables, pero los riesgos no deben descartarse Por ahora, las decisiones sobre política exterior de Santos han sido sabias y estratégicas, y apuntan hacia nuevas y prometedoras direcciones. Será interesante ver qué ocurre durante el periodo en que Colombia ocupe un puesto en el Consejo de Seguridad de la ONU. El progreso en la agenda doméstica de Santos también condicionará la extensión en la cual le será posible dedicar tiempo y recursos a los retos su la política exterior.

Ellos Hablan

Aquí encontrarán entrevistas que les he hecho a distintos protagonistas del mundo académico, político y cultural de América Latina, publicados en diversos medios o directamente en este blog.